“El bonsái es el mejor terapeuta que puede tener uno”
Hoy entrevistamos a Milagros Rauber. De trato sencillo y con una creatividad a flor de piel, es una apuesta segura si queremos acercarnos en el lado femenino del bonsái. Esta gran maestra venezolana es una referencia internacional en arte del bonsái. De mirada clara y trasparente, de fácil hablar, tiene un dominio impresionante de la técnica del bonsái y de su ejecución.
Milagros Rauber Herrera nació en Valencia, Venezuela. Empezó su dedicación por el bonsái en 1974. Tres años más tarde fundó, junto a otras 7 personas, la Sociedad Conservacionista y de Bonsái. Considerada como un referente en el mundo del bonsái en Latino-América, Milagros ha participado en un gran número de eventos nacionales e internacionales alrededor de todo el mundo. También ha sido directora de numerosas exhibiciones y coordinadora general de diferentes Convenciones Internacionales de Bonsái. Definitivamente, el bonsái tiene nombre de mujer en este artículo. Esperamos que disfruten la entrevista que hicimos a la maestra Milagros Rauber.
¿Cómo fue tu primer contacto con el mundo del bonsái?
Más o menos, alrededor del año 1972 en una revista vi un reportaje sobre unos pequeños árboles de Japón que se llamaban bonsái. Yo, al verlo, quedé impresionada y me enamoré de aquellos arbolitos. Empecé a imaginar los árboles de nuestra flora venezolana, que hay verdaderas maravillas. Pensé en un Samán, que es un árbol enorme, precioso del trópico. Ya me lo imaginaba en mi casa. Yo me decía, esto lo tengo que aprender yo. Empecé a buscar, pero por aquel entonces aún no existía internet y era muy difícil. Finalmente, a través del club de jardinería vi que venía un profesor a realizar un curso sobre bonsái. Me dije que yo, fuera como fuera tenía que aprender esto. Y, efectivamente, así fue. Vino el maestro John Naka, con quien hice una verdadera amistad para toda la vida. Y allí nació este amor por el bonsái.
Tres años después fundaste la Sociedad Conservacionista y de Bonsái de Venezuela. ¿Qué te empujó?
Vengo de una familia a quien le gusta muchísimo la naturaleza. Siempre tuvimos fincas y mucha vegetación en casa. Cuando empezaba en el mundo del bonsái y a conocer el bonsái me di cuenta de que esto era mucho más que un simple arbolito. Empecé a redescubrir la naturaleza y a estudiar cada parte del árbol. Entonces, fui consciente de la necesidad de cuidar la flora en nuestro país. Un grupo de 7 personas decidimos hacer una sociedad de bonsái y que también tuviera que ver con la conservación de nuestro medio ambiente. La Sociedad nos ha dado la oportunidad de dar a conocer a nivel internacional nuestra flora tropical, que es muy rica y abundante, con cosas bellísimas. Fue así como nació la Sociedad Conservacionista y de bonsái en mi ciudad natal. Desde entonces hemos trabajado muchísimo y tenemos contacto con otras Sociedades Conservacionistas. Es un bellísimo y hermoso proyecto.
¿Qué te aporta el bonsái para que decidieras dedicarte a ello de forma plena?
Soy una persona que me ha gustado el arte durante toda mi vida desde pequeña. Soy Libra, y como buena Libra, soy una persona organizada y muy artista. Me gustaba la pintura y todo lo que tuviera que ver con el arte. Cuando descubrí el bonsái dije: es creación, esto es lo mío. Allí empecé con el bonsái. Es muy difícil pensar en algo en particular que me detuviera en el bonsái. Tenía la parte creativa, la parte de la naturaleza, y además los bonsaistas todos somos conservacionistas natos. Cuando un bonsaista encuentra otro bonsaista ya son amigos. A través del bonsái he conocido a mis mejores amigos a nivel nacional e internacional. He conocido a gente maravillosa en todos los rincones del mundo. También me ha hecho viajar. Cada vez que había algún congreso en alguna parte yo viajaba hasta allí para estudiar bonsái.
Esta afición te ha hecho viajar mucho. De los lugares a los que has ido, ¿cuál es el que más te ha sorprendido? ¿Por qué?
He estado en sitios que quizás no se me hubiera ocurrido ir. Cuando había algún congreso de bonsái o me invitaban a dar un curso iba por las islas del Caribe, por Sudamérica, Norteamérica, por mil sitios. Mi sueño era, algún día llegar a Japón. Lo veía tan lejano, tan inalcanzable… Estando en California, los maestros Shingi Ogasawara y John Naka me invitaron a ir a la primera Convención Mundial de Bonsái en Omiya, Japón. Iba a ser un Congreso a nivel mundial y me dijeron que no podía faltar. Me invitaron con 10 año de antelación. Son gente muy muy organizada. 10 años es mucho tiempo, pero me organicé y, allí estuve. Fui con el tour de John Naka. Me pidió que trabajara para la Fundación Latinoamericana de Bonsái. Allí se estaban formando las distintas federaciones, la de Europa, Asia, América del Norte, Latinoamérica… y entonces junto, a Solita Tafur, nos pusimos a trabajar. Hicimos los primeros contactos hasta fundar la Federación Latinoamericana de Bonsái. Sin duda, Japón ha sido el país que me ha impresionado más. Era mi sueño dorado. He tenido la oportunidad de ir tres veces más y sigo diciendo que es un país que se tiene que visitar. Tiene una gente increíble. Es un país maravilloso. Estaría hablando de Japón durante horas.
En Europa, y también en Japón, estamos acostumbrados a ver más hombres que mujeres en el mundo del bonsái. He oído que en Venezuela no es así…
En realidad, en Latinoamérica, desde México hasta la Patagonia, siempre ha habido más mujeres que hombres en el mundo del bonsái. La razón puede que sea porque lo asociaban más a clubes de jardinería. Los hombres, que siempre han sido muy machistas en Latinoamérica, lo asociaban a una actividad exclusiva de las mujeres. No se querían meter porque pensaban que iban a dudar de su hombría. Pero esto, por suerte, ha cambiado. Gracias a la labor que hemos hecho las mujeres promoviendo y haciendo difusión del bonsái, se han dado cuenta que es un arte para todo el mundo. Hoy por hoy diría que estamos en un 50% hombres y 50% mujeres. Ha ido cambiando y hay muchísimos hombres que han encontrado en el bonsái una terapia. Es el mejor psiquiatra que podemos tener los humanos. En Estados Unidos, por ejemplo, siempre han sido más hombres que mujeres. Además, en Japón siempre han dicho que las mujeres solo ayudaban a regar las plantas. Pero por suerte, con el tiempo esta visión ha ido cambiando.
Como referente del mundo del bonsái en sud América ¿has encontrado alguna barrera por ser mujer?
No, la verdad es que nunca me he encontrado ningún tipo de barrera por ser mujer. Todo lo contrario. Pienso que la inteligencia puede con mucho. Cada vez que me invitaban a algo, sabían que yo sabía de bonsái. Veían algunas de mis publicaciones o algún trabajo y me llamaban. Cada día que pasa, cada viaje que haces, cada flora diferente, tu adquieres una experiencia increíble y creces. Jamás en ninguna parte me he encontrado con obstáculos. Ni en Japón, que para los japoneses es más difícil concebir a las mujeres en el bonsái. En mi primera vez en Japón, Kasawara me invitó a que llevara fotografías de mis trabajos para una exposición. Yo le mandé uno de mis árboles y él, con orgullo, presentó el árbol que había hecho en Latinoamérica. Me miraban como si fuera alguien extraterrestre, porque para ellos si es raro que una mujer haga bonsái.
Has escrito muchos libros a lo largo de estos últimos años. ¿De cuál te sientes más orgullosa?
Para cuando comencé con el bonsái no existía internet. Todas las comunicaciones eran por correo, había que llamar por teléfono, pedir la comunicación al extranjero… Era todo un proceso y no teníamos información suficiente. Aquí llegaba algún que otro libro. Yo tenía todos los libros que me traía de los viajes, pero eran en inglés. Había realmente una necesidad de literatura en español. Empecé con mis primeros libros en español para un nivel principiante, como “El bonsái a su alcance”. Está pensado para aquellas personas que empiezan. Este me llevó a escribir una serie de cuadernos para cada estilo y tema de bonsái. Después vino “El bonsái en Venezuela”. Para mí es el libro más importante. Lo escribimos mi amiga, Mercedes Cuenca, y yo. Recoge todos los temas que tienen que ver con el bonsái: botánica, estilos, cómo se trabaja, fotografía, exposiciones… en la cuarta parte tratamos con más de 100 especies botánicas trabajadas en bonsái. Todo esto, aunque lo hice en el 1984, hoy en día aún no ha perdido vigencia. Me siento muy orgullosa.
Y ahora, ¿tienes algún proyecto a la vista?
Si, casualmente, hace un par de días me llamaron desde Ecuador. Voy a Guayaquil y Cuenca. Hace como unos 10 años que voy. Me llamaron para cuadrar fechas, aún no hay nada cerrado, pero a mediados de año voy a ir y posiblemente estaré un mes entre las dos ciudades. También pasaré por Panamá. Cuando voy a Ecuador siempre entra en la agenda.
¿Qué figura te ha inspirado e influenciado más?
Sin duda alguna, las personas que más me han influenciado han sido mis maestros alrededor del año 76-77, John Naka y Toshio Saburomaru. Fueron dos personas que me marcaron muchísimo. Tanto cuando ellos vinieron a Venezuela, como cuando yo fui a California para estudiar con ellos y hacer unos talleres. Ellos, además de ser mis maestros, se convirtieron en mis amigos. Siempre estábamos en contacto y nos encontrábamos en los Congresos. Con el tiempo he conocido a otras personas como el francés François Jeker. Hemos hecho una amistad increíble desde hace 20 años. Tiene un respeto por la naturaleza increíble. Trabaja la madera muerta de una forma maravillosa. En Japón, Toro Susuki, Kimura, y QingQuan Zhao de China, a quien conocí hace muchos años. Es una persona con una sensibilidad increíble. La última vez que lo vi fue en la Convención Mundial en Japón 2017.
Y si tuvieras que mencionar a una mujer…
Cuando yo empezaba en a finales de los años 70 conocí a una señora que es de Australia que se llama Deborah Koreshoff. Nos encontrábamos en los congresos y a veces ella participaba como demostradora. Me gustaba su manera de expresarse, de pensar… Tengo un libro de ella que es una maravilla “Bonsai: Its Arts, Science, History and Philosophy”. Nos identificábamos en cómo se expresaba, como trataba los temas de bonsái. La admiro mucho. Cada vez que tengo que recomendar un libro, recomiendo el de ella porque vale mucho la pena.
¿Y el árbol más especial que has trabajado nunca?
Soy de las que dice que no hay árbol malo para hacer bonsái. Hay que experimentar con todos. Algunos reducen mejor las hojas, otros se comportan mejor… hay muchísimas buenas plantas, sobre todo en el Trópico. El tratamiento de las plantas tropicales es totalmente distinto a las que son de 4 estaciones. Tenemos especies maravillosas. Después de conocer en México el Ahuehuete, que es el Taxodium mucronatum, yo diría que es la mejor planta para hacer bonsái. Es un árbol que desde pequeño tiene una corteza increíble. Tiene una flexibilidad que te permite moverlo como quieras. Puedes hacer cualquier estilo. Desde que lo traje a Venezuela todos adoramos el Ahuehuete. Se gana la medalla de oro. Es de un dócil que no hay duda de que es el mejor de todos.
Para finalizar con esta entrevista, ¿qué consejo le darías a una persona que quisiera iniciarse en el bonsái?
Le diría que ni lo dude. Que se inscriba en cualquier curso que tenga a mano para dar los primeros pasos. Estoy segura de que si siente amor por la naturaleza se va a enganchar. Si verdaderamente le gusta, le aconsejo que no se quede con este primer curso y que vaya a clubs de bonsáis o a viveros donde den clases de bonsáis. ¡Todo lo que encuentre! Tiene que ir poco a poco, escalando posiciones. El bonsái atrapa, es apasionante. Mi padre me decía: ¡por fin encuentras algo con el que sigues! Antes siempre me cansaba y dejaba las incursiones artísticas a medias. El bonsái es el mejor terapeuta que puede tener uno, te relaja, nos regalan momentos muy agradables. No pierdan la oportunidad y vayan a hacer bonsái.
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Sobre el autor
Mistral Bonsai
En Mistral Bonsai somos un equipo de comunicación, técnicos y maestros comprometidos desde el primer día con la que divulgación del maravilloso arte del bonsái. Un mundo, sin duda, con muchas cosas para compartir. Creemos que un bonsái es un árbol con alma, único e irrepetible. Otro de nuestros pilares más esenciales es, como no podía ser de otra manera, el estrecho compromiso para preservar el Medio Ambiente y la naturaleza.
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